Friday, January 14, 2011

¿Reglas?

Como a casi toda niña común y corriente, me gustan las “películas rosas para niñas”. No son mis favoritas, pero las disfruto enormemente en un día de pereza mental. Uno de esos días en los que mi elección de programa a disfrutar se basó en la idea de no querer pensar, encontré una película en la cual un hombre viudo, padre de ocho hijos, acostumbrado a vivir bajo numerosas reglas y a mantener el más estricto orden, y una alocada mujer, madre de diez hijos, también viuda, cuya vida se basa en la espontaneidad, contraen nupcias. Como es de esperarse, este matrimonio tiene una serie de consecuencias, algunas cómicas y otras trágicas, para la pareja, quienes inevitablemente llegan tener una discusión en la que, palabras más, palabras menos, argumentan:

El: Los niños deben entender que existen reglas que obedecer.
Ella: ¿Reglas? La única regla que conozco es que todo puede desaparecer en un instante
(refiriéndose, obviamente, a la muerte de su anterior marido).

Fue entonces cuando mi intención de no pensar se vio truncada por la televisión… Yo soy una persona muy poco flexible, que vive implementando reglas en su propia vida, diseñando y detallando una serie de procedimientos hasta para bañarse, aún cuando mi vida se ha sujetado a la "regla" en la que Ella basa su vida.

Sé perfectamente que no soy una autoridad en la materia, pero a juzgar por las experiencias que he tenido, Ella, en sus palabras, encierra mucha razón. La vida da muchas vueltas y algunas nos colocan ante panoramas totalmente nuevos y desconocidos que no siempre cuadran en el esquema de lo que podemos controlar, que pueden tener efectos distintos (algunos emocionan, otros aterran), y apenas estamos acoplándonos a uno, irremediablemente llega otro.

Dos de las pocas constantes que he conocido en mi vida son el cambio y la incertidumbre, y aún así busco aferrarme a todo tratando de evadir el enfrentamiento a lo desconocido, sobre todo cuando me topo con algo bello que quisiera conservar.

Mi más grande tesoro está conformado por todos esos bellos momentos junto a la gente que se ha convertido en familia, desde aquellos que han estado en mi vida desde épocas en que lo más destacado del día era el color de la plastilina que nos tocó, hasta los que en pocos años se han ganado un muy importante lugar entre baños de martinis y largas conversaciones acompañadas de pizza y cerveza.

Si pudiera pedirle un deseo a la vida y saber que será concedido, más que otra cosa (incluso que tener a mi familia nuclear aquí y ahora), sería poder retribuir a esta familia al menos un poco de la felicidad y el cariño que me ha dado, poder borrar sus penas y preocupaciones, poder asegurarle que todo estará bien siempre… pero lo único que puedo hacer es tomar un poco del aliento que me han dado y compartir desde el fondo de mi corazón lo que tengo y lo que soy.

Por eso hoy, Minino, no tengo más que dedicarte el soundtrack de mi blog, de mi refugio; es un poco del aliento que necesito para seguir… es un poco del aliento que te quiero compartir, porque precisamente el truco es seguir respirando, el resto llegará solo y aquí estaremos para recibirlo juntos.

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