Wednesday, January 21, 2009

529 días después… (enero 20 de 2009)

Al principio, como en cuento de hadas, todo era miel sobre hojuelas... emoción al máximo con una simple llamada para decir buenos días, largas pláticas por teléfono cada noche, ilusiones sobre un futuro que esperaba no fuera tan incierto en ese momento.

No sé cómo ni cuándo pasamos de hacer un análisis de cada equipo a ver alguno de los partidos mientras preparo la comida, de soñar abrazados a intentar que los peques se queden quietos (en medio de los dos) y nos dejen dormir; las cosas cambiaron mucho y ese color rojo encendido fue perdiendo intensidad. Hoy nos envuelve la rutina, el cansancio, la vida laboral, el correr en las mañanas para llegar a tiempo. Hoy no surten efecto sus chistes cuando estoy molesta, el día no cambia con sólo oír su voz, ahora es necesario planear y organizar bien el poco tiempo que tenemos libre.

Las relaciones son en general sumamente complicadas, consumen tiempo, espacio y una cantidad tremenda de energía que uno bien podría utilizar en algo productivo como leer un buen libro, estudiar o practicar algún deporte. Hoy soy (aún más) consciente de cuánto detesto ver sus zapatos a la mitad del pasillo, de la pila de ropa sucia junto a la cama, de sus ganas de ver TV cuando necesito ir al super, de que no dejará de jugar con los peques para ayudarme a limpiar. He incluido en mi lista de actividades los desvelos para ver alguna película aún cuando los ojos se cierran como si tuvieran voluntad propia, en mi lista de compras figuran sus M&M’s, un “Hot Wheels”, premios para Corso y su botella de agua.

Es impresionante cuánto ha influido en mi vida cotidiana, cuántas cosas he dejado de hacer y cuántas más he empezado. De vez en vez me siento a su lado a ver algún partido del Manchester United aunque odio el soccer, escucho sus historias de basquetball aunque pareciera que habla en chino y he aprendido a identificar a las chicas que conforman su “lista”. Me he vuelto fan de Seinfeld, de Héroes, de los hermanos Cohen y de Woody Allen. Beirut se ha incorporado a la pequeña selección de discos que siempre están en el auto para ayudarme a sobrevivir al tránsito matutino.

Hace poco empezaba a hacer una lista de aspectos positivos y negativos de la relación. Sólo podía pensar en lo desgastante que puede ser (a veces lo es) y en que si no se tratara de él, si fuera cualquier otro individuo, no estaría dispuesta a seguir adelante en esta aventura, aprendiendo, divirtiéndome, arriesgándome a vivir al ritmo del latido de mi corazón. Después del período de miel sobre hojuelas siempre hay dos escenarios posibles: la relación termina o evoluciona. Llegué a la conclusión de que en este punto no pesa tanto lo que he hecho o dejado de hacer por seguir con él, es lo que juntos hacemos, inventamos o descubrimos… es evitar reproducirnos por temor a que nuestros hijos sean una mezcla de Sheldon Cooper y Pablo Boullosa (aunque en el fondo nos gustaría que así fuera), es tomar juntos el helado de los jueves mientras imaginamos los cambios que haríamos en los Vaqueros de Dallas para llevarlos al Super Tazón… es sentir cómo se acelera mi corazón cada vez que nos tomamos de la mano.

Thursday, January 8, 2009

Ayer me sentía frustrada por una entrada que no había podido publicar, esta frustración se debía principalmente a que la entrada en cuestión se trataba de algo que necesitaba desahogar, que tenía hecho nudo en la mente y quería dejarlo salir de alguna forma. Afortunadamente logré rescatar una copia del archivo, aquí está mi entrada de Día de Reyes:

"Hoy de plano mi ánimo anda por el subsuelo, por una parte llevo 6 días tratando de armar este blog y la tecnología pareciera resistirse a trabajar con mi computadora, es sumamente desgastante, (a punto estuve de abortar la misión y mandarlo al nabo, afortunadamente –y por primera vez en la historia- mi paciencia hizo acto de presencia y evitó que utilizara el martillo para terminar con la cada vez más dolorosa y complicada vida de mi PC) por otra hoy ha sido un día particularmente nostálgico.

Es increíble como la ola de optimismo con la que empecé el año se fue alterminar las vacaciones, si es que se le puede llamar así a los dos días en queno fui a trabajar. A veces de verdad quisiera ser como Hiro Nakamura y detener el tiempo o quizá volver unos años atrás a la época en la que en esta fecha sólo me preocupaba por los juguetes y regalos que “mágicamente” aparecerían bajo el árbol de Navidad.

Aunque parezca increíble e incluso ridículo, este fue el primer año que en casa no hubo árbol de Navidad, cena o festejo alguno; tampoco hubo regalos ni cartita de parte de los Reyes Magos y eso sí que dolió, pero dolió por el vacío que deja la ausencia de ilusiones y de ese no se qué que a falta de mejor término denominaré “magia”. No es que sea toda una fanática de estas fiestas, es simplemente que logran lo que pocas cosas en la vida: conectarme con la niña que fui, esa niña que creía que todo era posible con sólo desearlo decorazón... Hoy los deseos y los sueños son mucho más difíciles de realizar, así debe ser y eso me queda claro, pero me gusta y disfruto bastante tener cuatro años nuevamente al menos durante las 24 horas que dura el 6 de enero, por eso me resulta difícil pasarlo sin ese alguien que con sólo tomarse unos minutos en la noche me hacía sentir magia al dejarme una cartita en el zapato."

Wednesday, January 7, 2009

6 de enero

Es frustrante cuando las cosas no salen como uno las espera, tenía una entrada para este "Día de Reyes" y no logro abrir el archivo... es una tarde complicada, con muchas actividades y asuntos pendientes, así que mañana será otro día y espero poder publicar mi entrada aunque sea con un poco de retraso.

Ni hablar, como diría mi abuela: "así pasa cuando sucede".

Segunda oportunidad y ocho por avanzar ... o todo sería mejor si tuviera un soplete.

Ese es el resultado de la primera jugada.

Para empezar me dolía la espalda y aún no entiendo el por qué, moría de sueño y había olvidado un ingrediente, pero estaba decidida a terminar lo que empecé. Al final del día tendría mi primer Brulée de Fresas o moriría en el intento.

Creo que no salió nada mal para ser la primera vez. Para comenzar se parecía bastante (digamos en que en un 90%) al que aparecía en la fotografía del libro, el delicioso olor proveniente del horno desaparecía poco a poco y me arrancaba la primera sonrisa de la tarde, mientras el refrigerador hacía lo suyo; sin embargo, debo reconocer que no me agradó del todo, la crema se calentó demasiado y perdió un poco de consistencia aunque sin sacrificar su dulce y suave sabor.

Bien podría decir que avanzamos por lo menos dos yardas por tierra, nada arriesgado pero hacia delante.

Nota para la próxima vez que repita la jugada: creo que sería bueno sacar del campo al horno y sustituirlo con un soplete.

El primer día del resto de mi vida

Es primero de enero, un nuevo año. La mayoría de las personas que conozco dedica este día en particular a realizar actividades que representen de alguna forma lo que esperan del resto del año, en cambio para mí es el día del descanso, de la televisión, de los tazones colegiales, de vivir en pijama con el control remoto de la TV en una mano y un pedazo de pizza en la otra. Es el día de hacer una pausa en el estrés de mi vida cotidiana y escapar a un mundo en el que puedo ser y hacer lo que quiera, de imaginar –como lo hacía cuando era niña- lo que quiero ser de grande. Es difícil hacerlo cuando los 30 se acercan y la vida no ha dejado de dar vueltas ni de sorprenderme con situaciones extraordinariamente bizarras que bien podrían ahuyentar al soñador más perseverante.

Asi que, aunque por mi mente no cruzan ideas sobre ser astronauta ni bombero, sigo buscando la forma de ser feliz, de levantarme cada día con una sonrisa porque disfruto mi vida, sigo buscando la forma de reinventar lo que soy y encontrar la forma de dejar atrás todo lo que pudiera atentar contra esa felicidad.

Hace algunos días buscaba la forma de dejar absolutamente todo y fugarme a cualquier lugar desconocido, en donde no exista la presión de las expectativas de la gente sobre mí, donde no tenga nada que perder y sí un mundo diferente por conocer, donde pueda encontrar un rumbo distinto para mi vida, uno que pueda elegir yo, uno que no sea impuesto por las circunstancias. Pensando e imaginando cuál sería ese paradisiaco lugar, mi mente viajó en el tiempo y el espacio hasta encontrar aquel momento en que mis sueños se empezaron a formar, un punto difícil de definir pero situado entre el aroma del café y la canela, sobre una mesa de trabajo metálica cubierta de harina, huevo y leche, en los días de cielo azul y aire frío, en aquellos domingos en los que mientras mi mami compartía conmigo el secreto de sus recetas, mi papá me clavaba en el corazón el amor por el football al narrar cada partido en términos que cualquier pequeña de 5 años pudiera entender.

Me dí cuenta de que mi felicidad no está más allá de mi cocina (lo cual resulta bastante conveniente en lo que a mudanzas se refiere) y que no necesariamente debo dejar todo e irme lejos, sólo debo dar pequeños pasos, pero firmes.

Hoy, puedo decir que ha llegado el momento de -realmente- empezar a jugar a mi manera; aunque perdí el volado y mi línea defensiva fue la primera en salir al campo, el equipo contrario no hizo daño irreparable alguno, aún hay tiempo suficiente para recuperarme y poner el marcador a mi favor.

Hoy es el primer día del resto de mi vida, tengo el balón en mis manos y cuatro oportunidades para avanzar... el partido apenas comienza y por el momento sólo debo preocuparme por las siguientes 10 yardas.

Primera jugada: Brulée de fresas.